Similar a lo que ocurre en la política, en las actividades relacionadas con la ciencia y la tecnología, los entornos de trabajo dominados por hombres hacen sentir a las mujeres aisladas. Habitualmente son excluidas de los eventos sociales y de los espacios de networking, que sabemos que son fundamentales para las oportunidades de crecimiento profesional.
Cuando las mujeres en cualquier campo no alcanzan la masa crítica, se sienten menos empoderadas para abogar por sí mismas y son más proclives a ser percibidas como la “excepción que confirma la regla”. Por su posición minoritaria, además, se les exigen talentos, cualidades y sacrificios adicionales o “extra” que a sus pares hombres no se les exigen. Tienen que rendir examen a diario para probar o demostrar sus capacidades.
Al tener menos colegas mujeres, se dificulta también para ellas la construcción de redes de intercambio, mentoreo o apoyo con otras colaboradoras.
En la política, en las ciencias, en el mundo corporativo y en todas las áreas de actividad humana, necesitamos sin más demoras avanzar una agenda que incluya entre sus puntos fundamentales: la construcción de redes de mujeres y de mentoreo, el cambio de prácticas en los lugares de trabajo, la educación y concientización sobre los sesgos inconscientes de género, y legislaciones que no pidan y obliguen a las mujeres a “balancear” la vida doméstica con la laboral, sino que impulsen una verdadera co-responsabilidad doméstica para que los hijos, las tareas del hogar y de cuidado, dejen de considerarse “cosa de mujeres”.
https://theconversation.com/why-more-women-dont-win-science-nobels-104370