En el Reino Unido, de acuerdo a la Oficina Nacional de Estadísticas, los hombres destinan 16 horas semanales y las mujeres 26 a tareas domésticas. En Australia, los datos del último censo indican que los varones ocupan menos de 5 horas semanales en esas actividades, mientras que ellas emplean en promedio casi 10. En Argentina, según las estadísticas oficiales, los hombres que participan en el trabajo doméstico no remunerado dedican a esa actividad aproximadamente 24 horas por semana y las mujeres 45. Si jugamos a sumar, por término medio ellos invierten en las tareas del hogar menos de 1 día de su semana y 52 de su año; mientras que ellas casi 2 por semana y 100 días cada año.
Aunque sabemos sobradamente que es necesario cambiar las reglas del juego, las políticas públicas, las arraigadas costumbres, los estereotipos de género y romper patrones culturales para que todas las personas, sin importar su género, compartan las responsabilidades domésticas y las tareas de cuidado del mismo modo que comparten la responsabilidad de proveer económicamente en sus hogares; la publicidad se empeña en insistir en lo contrario.
Hay publicidades que nos siguen explicando cómo un limpiador “hizo brillar a la Bella Durmiente” mientras una voz en off relata que el príncipe se aproximaba a la casa y los pisos estaban hechos un desastre, pero que gracias a ese mágico fluido no solo la princesa dejó todo resplandeciente sino que, a pesar de haber estado fregando, hasta tuvo tiempo de embellecerse para recibir al príncipe (que, por las dudas aclaro, no tiene impedimento físico alguno que lo prevenga de limpiar). Ni qué hablar de la cantidad de publicidades de productos de limpieza para el hogar o la ropa en las que un hombre o un “superhéroe” masculino explican a las mujeres cuál es el mejor producto y cómo deben usarlo, aunque ellos obviamente no limpian.
Los diferentes estudios sobre estereotipos de género en la publicidad indican que, aunque la tendencia va cambiando lentamente en sentido favorable, existen marcadas diferencias en el público al que se dirigen los productos: a ellas se destinan la mayoría de los anuncios de higiene y de limpieza, a ellos los de bancos, créditos, viviendas, automóviles y cualquier producto que implique una inversión de importancia.
Este año, ONU Mujeres en colaboración con Unilever y otras empresas líderes como Facebook, Google, Mars y Microsoft, entre otras; lanzaron la “Alianza Desestereotipa” (Unstereotype Alliance). Se trata de una alianza global destinada a derribar los retratos con sesgos sexistas y estereotipos de género de la publicidad y otros contenidos afines. Unilever comenzó a promover la campaña #Unstereotype (#Desestereotipa) luego de que su propia investigación dejara en evidencia que solo un 3% de los anuncios retrataban a las mujeres como líderes, 2% como personas inteligentes y 1% como personas divertidas.
En Gran Bretaña, la Autoridad de Estándares de la Publicidad (ASA) elaboró nuevas directrices. De acuerdo a ellas, a partir del año 2018 quedan prohibidos los anuncios que fomenten los estereotipos de género porque “responden a cánones obsoletos que tienen un costo para las personas, la economía y la sociedad”. Se considerarán inaceptables las escenas en que las mujeres sean las únicas responsables de la limpieza, las imágenes que muestren a los hombres como seres incapaces de utilizar electrodomésticos, limpiar o cuidar de sus hijos u otros miembros de su familia; así como también los anuncios que hagan diferencias en las tareas asignadas o representadas como típicas de niñas y niños. Es uno de los tantos ejemplos de las acciones que podemos impulsar para avanzar hacia el objetivo común de generar sociedades más justas e igualitarias, mediante creativas y muy deseables nuevas iniciativas sociales