Ante las comparaciones en el oficialismo sobre la situación judicial de la vicepresidenta argentina con la que vivió Lula en Brasil, el consultor en campañas electorales asegura “no son, para nada, situaciones semejantes”. Respecto del Presidente Alberto Fernández, dice que “está tan debilitado a esta altura, que cuesta imaginarlo aún más”.

Tras la agitada semana judicial vivida por la vicepresidenta argentina, Cristina Kirchner, el gobierno de Alberto Fernández busca dar vuelta la página, pero la crisis sigue abierta. Así, al menos, lo cree Orlando D’Adamo, académico argentino y consultor en liderazgo y campañas electorales, quien dice a La Tercera que “el anuncio de marchas a su favor (de CFK) y las esperables contramarchas en su contra pueden llegar a generar espacios de confrontación que agudicen aún más las tensiones preexistentes”.

D’Adamo es profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde enseña desde 1986. Su área de trabajo e investigación es la psicología política. Y en la Universidad de Belgrano es director del Centro de Opinión Pública. “El presidente está tan debilitado a esta altura que cuesta imaginarlo aún más”, apunta el también director de Communicatio, consultora de comunicación estratégica y opinión pública.

Partidarios se reúnen frente a la casa de Cristina Kirchner, mientras los policías sostienen sus escudos en Buenos Aires, el sábado. Foto: Reuters

Para José María Rodríguez Sarachaga, especialista en comunicación política, en la intervención del martes pasado “no hubo una defensa de Cristina Kirchner, sino un pedido de clemencia”. ¿Cómo evalúa usted el discurso y puesta en escena de la vicepresidenta?

El discurso fue malo. Hubo errores desde los geográficos, pasando por la confusión con nombres de personas, en el marco de una presentación desprolija y por momentos desordenada. El eje central, lejos de defenderse puntualmente de las acusaciones del fiscal, buscó politizar el proceso y apelar a una suerte de “siempre hay corrupción” y “sólo me persiguen a mí “, incluso hasta sembrando dudas sobre la gestión de su marido, Néstor Kirchner. El cierre, donde se la vio visiblemente alterada y exaltada, distó de ser el mejor.

Pese a su dramática autodefensa, el 80% de los argentinos considera “culpable” a Cristina Kirchner, según un sondeo del Observatorio de Psicología Social de la UBA. ¿Esta medición refleja realmente la imagen que existe hoy de la vicepresidenta, considerando las manifestaciones de apoyo que hubo fuera del Congreso?

Difícil saberlo. Si partimos de la base que en la última elección su fuerza política obtuvo el peor resultado de su historia con un 33%, haciendo una simple proyección, de mínima el 67% que no la votó probablemente la crea culpable. Por otra parte, sería bastante difícil que esto afecte a su núcleo duro de votantes.

¿Cuánto más polariza a la sociedad argentina la respuesta de la vicepresidenta ante su situación judicial?

Mucho, muy desgraciadamente. La construcción de un relato que la muestra como perseguida política abroquela a los sectores más duros de su espacio político y esto siempre, en sociedades polarizadas, logra un impacto equivalente en el otro polo. Es decir, cuanto más la defienden sus seguidores, más la atacan sus opositores. El anuncio de marchas a su favor y las esperables contramarchas en su contra pueden llegar a generar espacios de confrontación que agudicen aún más las tensiones preexistentes.

Partidarios de Cristina Kirchner corean consignas mientras un vehículo de la policía lanza agua para dispersarlos durante una protesta en Buenos Aires, el sábado. Foto: AP

La prensa argentina destaca que Cristina Kirchner busca asumirse proscrita y “se entusiasma con que Lula gane en octubre, porque cree que la contagiará”. ¿Cree que las comparaciones son válidas?

No, las comparaciones entre países nunca suelen serlas. Lula más allá de la afinidad ideológica, no es Cristina Fernández y Argentina no es Brasil. Lula va como candidato opositor y Cristina, eventualmente, iría como oficialismo, arrastrando una pobre gestión y una inflación galopante. No son, para nada, situaciones semejantes.

La Asociación de Magistrados repudió la respuesta de Cristina Kirchner, acusándola de “un ataque desmedido que debilita las instituciones democráticas”. ¿A la opinión pública argentina le importa la “independencia de poderes”?

Ni el presidente ni Cristina Fernández pueden ser definidos como férreos defensores de ese criterio. Ambos suelen criticar abiertamente fallos que los afectan, lo que no deberían hacer siendo Poder Ejecutivo e incluso Cristina habla del “Partido Judicial”. Si a la opinión pública le importa o no, es difícil dar una respuesta global. Hay sectores a los que sí y otros que le restan valor. Las prioridades, sin duda, pasan por los temas económicos.

El kirchnerismo le pegó a Alberto Fernández por no haber evitado el pedido de 12 años de prisión a Cristina Kirchner realizado por los fiscales. ¿Cuán debilitado queda el presidente tras los hechos de la semana pasada?

El presidente está tan debilitado a esta altura que cuesta imaginarlo aún más. En general, la narrativa que busca imponerse desde el oficialismo es que la justicia responde a intereses del “macrismo o la derecha”, lo que no deja de ser curioso, porque esta es la primera causa en la que Cristina Fernández no es sobreseída y que la mayoría de los fiscales y jueces (incluidos los de esta causa) accedieron a sus cargos durante su gestión como presidenta entre 2007 y 2015.

Alberto Fernández en una reciente entrevista con el canal Todo Noticias.

En 2018, el ahora ministro de Economía, Sergio Massa, aseguraba que había “más que un océano de diferencia con Cristina”. Pero ahora sumó su apoyo a la vicepresidenta y descalificó el planteo de los fiscales. ¿Cuánto arriesga Massa con esta postura, considerando que se perfila como carta presidencial en 2023?

Asumiendo que el Presidente Fernández no irá por la reelección, y que la situación de la vice es compleja como para pensar en una candidatura, Massa debería ser el más preocupado, porque es quién sí tiene, de irle bien en la gestión económica, potencial político futuro como candidato. Es, sin dudas, el que más arriesga, porque si quiere captar votos no peronistas en 2023 no podrá hacerlo apoyando la idea de una persecución judicial a la expresidenta. Cierto es que la gente está muy acostumbrada a las mudanzas de posturas de Sergio Massa.

Un partidario de Cristina Kirchner sostiene un cartel frente a un cordón policial cerca de la casa de la vicepresidenta en Buenos Aires, el sábado. Foto: AP

En el sector de la vicepresidenta ya hablan de la Causa Vialidad como un trampolín para lanzar la campaña. Incluso, jugarían con la idea de un 17 de octubre, el Día de la Lealtad peronista, para darle épica al proceso judicial que atraviesa Cristina. ¿Cree que sus opciones electorales siguen intactas tras la acusación de la fiscalía y las otras causas judiciales que enfrenta?

Creo que las malas perspectivas electorales siguen intactas. Como dije anteriormente, en una sociedad polarizada, el endurecimiento de un polo endurece al otro. Cristina Fernández tiene aproximadamente un 70% de imagen negativa, la que parece irremontable de aquí a 2023, las manifestaciones en su apoyo sólo seducen a su núcleo duro, sobre el resto de los votantes ejercen un efecto proporcionalmente opuesto.

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